Envases metálicos en la conservación de alimentos

Los envases metálicos garantizan una alimentación variada y saludable, permiten envasar desde nuestras aceitunas de mesa hasta alimentos frescos.

Gracias al proceso de cierre hermético, los envases metálicos son excelentes para proteger al contenido contra la luz, la entrada de oxígeno o cualquier otro contaminante, evitando así el crecimiento de microorganismos en su interior.

El proceso de enlatado retiene en el interior del envase metálico el aroma, las vitaminas, antioxidantes y nutrientes esenciales, dejando fuera del mismo las impurezas.

Como mencionamos en nuestra entrada «Aceitunas envasadas en lata ¿Es el mejor envase?» Los envases metálicos despuntan también por su versatilidad ya que son perfectos para todo tipo de productos. Tanto animal como vegetal.

Origen de los envases metálicos

Desde la prehistoria el hombre conocía la imposibilidad de la conservar alimentos durante mucho tiempo y en buenas condiciones.

También en el neolítico, cuando el hombre se hizo sedentario y aprendió a cultivar la tierra, comprobó que eran los cereales los  alimentos que mayor rendimiento le proporcionaban, por su facilidad de conservación.

Todas las culturas desarrollaron técnicas artesanales para mantener algunos alimentos primarios durante cierto tiempo.

Elementos como la alfarería, las vasijas correctamente selladas fueron esenciales para permitir su conservación o el frío para conservar alimentos fabricando así almacenes bajo tierra donde el frío y la humedad ayudaban a la conservación.

 

Hojalata el primer envase metálico

La hoja de hierro recubierta de hojalata estaba esperando el momento y el lugar oportuno para hacer su aparición.

Si la hojalata no hubiese existido, los descubrimientos de Nicolás Appert sobre la conservación de los alimentos difícilmente hubieran tenido una aplicación práctica de forma generalizada en el mundo industrializado de mediados del siglo XIX y principios del XX. Pero estaba allí ya lista para unir su desarrollo al del envase metálico.

Los orígenes de la hojalata se remontan a la Baja Edad Media. Pero hay que esperar al siglo XIV, para que comience la evolución del producto, hasta llegar a la forma en que es conocido en nuestros días.

Al sumergir planchas de hierro en estaño fundido, recibía el nombre de hojalata “coke” ó de “inmersión en caliente”.

Las primeras utilizaciones de la hojalata para la elaboración de envases comerciales fueron para contener galletas y bizcochos, inicialmente de hojalata desnuda, sin decorar.

Pasaron más de treinta años, concretamente en el año 1866, hasta que se presentaron en el mercado los primeros envases decorados.

 

 

El envase en la actualidad

El  proceso utilizado para el envasado en lata de nuestras aceitunas así como alimentos y bebidas ha evolucionado de manera notable.

En la actualidad en un alto porcentaje no tienen contacto directo con el metal base, esto gracias al recubrimiento de grado alimenticio que evita que el producto este en contacto y permanezca completamente aislado.

Para contribuir al cuidado del ambiente, las latas, aún y cuando sean para optimizar el uso de la hojalata, utilizan espesores cada vez más bajos, siendo estos muy resistentes a impactos y golpes, brindando mayor protección en cualquier circunstancia.

Los envases de metal son completamente inocuos y no modifican el sabor, calidad y consistencia del alimento, son 100% reciclables, por lo que ayudan a preservar el ambiente.

En Plasoliva envasamos a partir de la mejor materia prima.

Disponemos de una amplia gama de presentaciones (aceituna entera, deshuesada, rellena, en rodajas…) y tamaños de envase para que elija el que mejor se adapte a sus necesidades.